“El precio de exponer en galerías privadas es muy alto y no todos se preocupan de promocionar al artista”.
Entrevista al pintor Manuel Sosa para la revista “Gestión de patrimonios”
La fundación Marcelino Botín le ha elegido para premiar la labor de conservación de nuestros linces. ¿Cómo enfrentó este proyecto?
La fundación me sugirió representar al lince ibérico en un paisaje genuinamente mediterráneo. El lince subiendo, el verde, el fresno izando sus brazos al sol que asoma. Todos los elementos que en esta composición triangular evocan la esperanza para el gran tigre ibérico, agonizante, en una tierra que el hombre reclama para él solo.
¿Oué parte de la obra le ha resultado más compleja?
Probablemente la composición. Me gusta crear en mis obras cierto desequilibrio que obligue al espectador a viajar por la obra.
¿Media una presión añadida saber que el destinatario de la obra es la Casa Real?
Sí, pero no quiere decir que no ponga en todas mis obras lo máximo. Don Felipe me transmitió su agradecimiento y la impresión que le produjo el cuadro, eso alegra. Tener una de mis obras en la Casa Real tendrá buenas repercusiones en mi carrera en España, porque algunas de ellas ya han causado un fuerte impacto fuera de aquí, en Estados Unidos, por ejemplo, donde tengo frecuentes exposiciones itinerantes.
¿Cómo definiría su obra?
Adoro el campo y trato de transmitirlo en el lienzo. La definen como una pintura real pero no creo que un pintor realista intente expresar “sólo” lo que ve. No hace falta ser
un idealista para aceptar que la percepción tiene un componente subjetivo. La pintura tiene mucho más que ver con el sentimiento que con la comprensión, estoy mucho más interesado en el hecho estético que en el análisis de la realidad. El arte es ante todo un tratado sobre la belleza. Los artistas, especialmente escritores y pintores, han puesto al hombre en contacto con la naturaleza. La naturaleza es poesía en sí misma. Siempre ha sido la primera fuente de inspiración para la pintura.
¿Oué técnica emplea?
Durante mucho tiempo he sido principalmente acuarelista, y en los últimos años, me he volcado casi exclusivamente al óleo. Cuando has probado todas las técnicas, descubres por qué es ésta la reina de todas. Ninguna otra permite concluir tu obra con tanta libertad.
¿Puede sintetizar la evolución de su obra?
La pintura es consecuencia de mi admiración por la naturaleza salvaje. Esta pasión nace en Cádiz, a los trece años. Impresionado por la riqueza y abundancia de su vida salvaje, pasé muchos años por sus bosques y marismas. Comencé a observar y a hacer bocetos de avocetas, espátulas, flamencos y aves que pueden encontrarse en estas tierras. Desde entonces, he compaginado mis observaciones de campo con mi trabajo como ilustrador naturalista para proyectos editoriales. Esto me obligó a desplazarme a Madrid y a terminar mis estudios de Biología y luego decidí dar el salto hacia la pintura, del papel al lienzo, del lápiz al pincel, tratando de imprimir la magia que envuelve nuestros
últimos rincones vírgenes. Con cada nueva obra noto un progresivo distanciamiento del realismo patente al sugerído. Es una de mis obsesiones, pero es una labor de síntesis que hay que abordar sin prisas, puesto que solo se puede alcanzar tras muchos años de técnica depurada.
¿Tuvo problemas para abrirse camino en el entorno de las galerías?
No dejé que eso me obsesionase cuando me decidí por la pintura. No me acerqué a la primera galería hasta que hube finalizado cuarenta obras. Empecé con buen pie, en una galería de Madrid y, a pesar de ser un género novedoso en España, toda la obra se vendió en los cuatro años que permanecí en ella. El precio de exponer en galerías privadas es, sin embargo, demasiado alto. Por lo general, sus comisiones son abusivas y no todos los galeristas se preocupan de la promoción del artista.
¿Qué opina de la relación artísta/galería?
No puedo decir mucho, siempre me ha gustado ser autosuficiente. Mi primera experiencia fue nefasta y, siento decirlo, después de trabajar con otros galeristas españoles, me siento mejor colaborando con una galería en EE.UU. Allí he encontrado todo lo que un pintor espera de un galerista.
¿Cree que la difusión de un artista está mejor encauzada si se hace a través de una galería?
En pintura abstracta, sí, pues es un mercado especulativo que no suele responder al sentir popular. Si la pintura es buena, fluirá por sí sola.
¿Cuál es el perfil del cliente que busca un Sosa?
Cualquier persona que ame la pintura y que sienta admiración por la naturaleza. Cada persona es un mundo y hay un amplio mosaico de interpretaciones y gustos ante una obra. De entre los animales, prefieren los lobos, linces, perdices y aves rapaces, y en paisaje, la gente busca los genuinamente ibéricos, con los que están familiarizados.
¿Cuáles son sus artistas predilectos?
Pintores románticos del XIX, los prerafaelistas, los americanos de la Hudson River School y, los grandes monstruos de la gloriosa escuela paisajística rusa del XIX, destacando a Shishkin, que plasmó con tanta belleza la grandiosidad de los bosques vírgenes en una época en que no se disponía del recurso fotográfico y cada obra requería la presencia in situ del pintor frente al escenario, como hace el maestro Antonio López cuando retrata sus paisajes urbanos.
¿Y de los contemporáneos?
Muchos, pero pocos a la altura de los clásicos. Bateman, pionero en el Wildlife Arto pintura naturalista, Harris Ching, Poorvliet, Morgan, Lester, grandes de este género. Fuera del panorama naturalístico, destacaría como grandes del pincel a muchos españoles como Torrens Liado, Antonio López, Carrillo, Jose Manuel Fonfría, por citar a algunos.
¿En qué criterio se apoya a la hora de valorar una de sus obras?
En el esfuerzo en engendrarla y el resultado final y, por supuesto, en la respuesta del público.